domingo, 4 de agosto de 2013

Llevo un buen rato aquí sentada y realmente no sé por dónde empezar. Teniendo en cuenta que es la una de la madrugada, técnicamente ya es lunes, por lo que solo nos queda un día para irnos. Para coger ese avión, para llorar en el aeropuerto, para dejar atrás todo esto, para empezar una segunda vida desde cero. Tan solo unas horas para disfrutar con los de siempre, y qué dura es esta parte. Sí, esta es una entrada un poco melancólica, pero en estos momentos me atrevo a decir que ninguno de los becados podría escribir de otra manera. El jueves tuve mi fiesta de despedida y me lo pasé mejor que nunca, pero no había tenido que empezar a despedirme de nadie hasta hace poco. Creo que quise retrasar las despedidas tanto como pude pero inevitablemente, llegaron. Entre ayer, hoy y mañana me voy a quedar seca, lo juro. Pero bueno, confío en que esto se pase en unos días.
Cambiando de tema, tengo unas ganas de irme increíbles. Los Hogan no paran de repetirme las ganas que tienen de verme, y además la alemana Brini y yo nos dimos cuenta de que viviremos en la misma calle, lo que me alegra bastante. Ya nos prometimos salir a correr por las noches, todo un planazo. El otro día también estuve cotilleando las páginas web de los centros comerciales de Frisco y vi que en uno de ellos hay Hollister, Abercrombie, Forever 21, GAP, Victoria's secret, etc., lo que ha hecho que mi tarjeta empezase a arderme en el bolsillo, como quien dice.
El tema de las maletas ya es algo que mejor no quiero tocar, porque estoy de los nervios y a punto de tirarme de los pelos. Llevo como una semana haciéndolas y no se dan acabado, en serio, no me quiero imaginar a la vuelta qué haré... Añadiendo además que mis padres tendrán que mandarme las Hunter, bufandas y una cazadora de invierno por paquete.
Me voy a dormir, que dormir 3 horas no es bueno -ciertamente voy a acabar la maleta.-
¡Buenas noches!

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